El compa Dante me manda este texto escrito desde el alma por la hija de 2 maestros...La Historia diaria que no es Historia, la Historia de los Pueblos...
Camino a Bs. As. Chascomús. Km. 105 de la ruta dos. Entrada a la fábrica de “agua mineral Villa del Sur”. Un viejo camión. Día16 de marzo 20 pm. Dos maestros. Un gran amor. Dos vidas maravillosas. Dos muertes injustas, terribles, absurdas, en las narices de una empresa asesina, que suelta a sus camiones sin señales ni luces, cobrando peaje a las muertes que no cesan, comprando abogados, fiscales, doctores, ministros, policías. Un pueblo que calla mientra bebe el agua turbia y envenenada, por la que paga con el precio de su vida. Nada nuevo bajo el sol. Esta noticia no saldrá en los diarios. No se levantaran placas con sus nombres. No figurara su historia en los libros, ni habrá multitudinarios homenajes. No se hará un minuto de silencio. La locura del mundo no se detendrá. Tampoco ante los miles de maestros y maestras, de mujeres y hombres, que viven y se desviven, que cada día luchan desde sus pequeñas manos, enseñan desde sus pequeñas bocas, y aman desde sus gigantes corazones. Los diminutos…los olvidados, los invencibles vencedores de la muerte… porque son quienes viven y seguirán viviendo en nuestra pequeña e infinita memoria. Ahora. Y siempre.
¿Quién hablará sobre su lucha de docentes? ¿Sobre la fundación de “El Compás” en los 70’? ¿Se sabrá de tanto esfuerzo, militando y apretando los dientes de rabia, de miedo, escondiendo los libros y las ideas, mientras las viejas botas mataban los sueños, y cada compañero/a se jugaba la vida por buscar la verdad y la justicia? ¿Se dirá de lo duro de criar seis hijos trabajando dos turnos y mas por un sueldo de miseria? Quizá se escuche solo un eco vacío en el mercado de los buenos discursos, de quienes comen con la izquierda, pero cortan con la derecha. Lo sabemos: En el mundo de los gigantes poderosos, de los premios comprados, de las hipócritas palabras y las noticias complacientes, ustedes, y nosotros/as, somos los peces pequeños…los pasos diminutos… los sueños invisibles. Somos la historia que casi nadie cuenta. La que aún no está escrita. Díganme viejos: ¿Valió la pena? Decime Papá ¿Qué habrá sido de esos niños/as- alumnos/as, curiosos y flaquitos, que viajaban apretados en tu rastrojero viejo, de excursión al planetario a descubrir estrellas? Decime Mami: ¿Aún sentirán tu sonrisa esos ojitos tristes, esas manitos sucias que vos apretabas fuerte para contarles un cuento donde los “cabecitas negras” se sentaban felices a la mesa del mundo, para comer con orgullo sus perdices? Si. Lo que se enseña con amor, no se olvida. Lo que se aprende con verdad, no se olvida. Entonces… todo valió la pena. Descansen ahora, incansables maestros: la lucha tampoco podrá detenerse. Llevamos la memoria en nuestra sangre. Lo que no se olvida. Lo que nunca se olvida. Sabremos cuidar las semillas que tantos como ustedes sembraron. Y de la verdadera historia, ustedes, los de diminutas vidas y corazones gigantes son, mis verdaderos héroes. Los amo. Siempre.
Valeria Rodríguez González. Abril, 2011.
¿Quién hablará sobre su lucha de docentes? ¿Sobre la fundación de “El Compás” en los 70’? ¿Se sabrá de tanto esfuerzo, militando y apretando los dientes de rabia, de miedo, escondiendo los libros y las ideas, mientras las viejas botas mataban los sueños, y cada compañero/a se jugaba la vida por buscar la verdad y la justicia? ¿Se dirá de lo duro de criar seis hijos trabajando dos turnos y mas por un sueldo de miseria? Quizá se escuche solo un eco vacío en el mercado de los buenos discursos, de quienes comen con la izquierda, pero cortan con la derecha. Lo sabemos: En el mundo de los gigantes poderosos, de los premios comprados, de las hipócritas palabras y las noticias complacientes, ustedes, y nosotros/as, somos los peces pequeños…los pasos diminutos… los sueños invisibles. Somos la historia que casi nadie cuenta. La que aún no está escrita. Díganme viejos: ¿Valió la pena? Decime Papá ¿Qué habrá sido de esos niños/as- alumnos/as, curiosos y flaquitos, que viajaban apretados en tu rastrojero viejo, de excursión al planetario a descubrir estrellas? Decime Mami: ¿Aún sentirán tu sonrisa esos ojitos tristes, esas manitos sucias que vos apretabas fuerte para contarles un cuento donde los “cabecitas negras” se sentaban felices a la mesa del mundo, para comer con orgullo sus perdices? Si. Lo que se enseña con amor, no se olvida. Lo que se aprende con verdad, no se olvida. Entonces… todo valió la pena. Descansen ahora, incansables maestros: la lucha tampoco podrá detenerse. Llevamos la memoria en nuestra sangre. Lo que no se olvida. Lo que nunca se olvida. Sabremos cuidar las semillas que tantos como ustedes sembraron. Y de la verdadera historia, ustedes, los de diminutas vidas y corazones gigantes son, mis verdaderos héroes. Los amo. Siempre.
Valeria Rodríguez González. Abril, 2011.
No hay comentarios:
Publicar un comentario